Imagina a Sofía, una profesional de 35 años que sueña con independizarse y crear su propio negocio. Cada noche se visualiza trabajando en su oficina ideal, liderando un equipo y disfrutando de la libertad de gestionar su tiempo. Sin embargo, pasan los meses y sigue en el mismo empleo, sintiendo frustración porque su sueño parece cada vez más lejano. Esta historia es común: muchas personas tienen visiones inspiradoras sobre su futuro, pero pocas logran convertirlas en realidad. ¿Qué marca la diferencia entre soñar y diseñar un futuro posible?

Soñar vs. Diseñar: La diferencia clave

El sueño es la chispa inicial, la visión de un futuro deseado. Diseñar, en cambio, implica un proceso estructurado que conecta esa visión con acciones concretas. La neurociencia sugiere que el cerebro se siente cómodo con patrones conocidos y tiende a evitar la incertidumbre (Davidson, 2012). Esto explica por qué soñar es fácil y placentero, mientras que tomar acción puede generar resistencia y miedo.

Lisa Feldman Barrett (2018) explica que las emociones no son reacciones automáticas, sino construcciones mentales basadas en experiencias previas. Esto implica que la manera en que pensamos sobre nuestro futuro influye en cómo lo sentimos y, por ende, en cómo actuamos. Si creemos que nuestro sueño es inalcanzable, nuestro cerebro generará emociones que refuercen esa creencia y limitaremos nuestras acciones.

El rol de la identidad en la construcción del futuro

Nuestra identidad está compuesta por historias que nos contamos sobre quiénes somos y lo que podemos lograr. Daniel Siegel (2007) señala que la autopercepción influye en nuestra capacidad de cambio: cuando redefinimos nuestra identidad, abrimos nuevas posibilidades de acción. Si Sofía se ve a sí misma como «alguien que depende de su trabajo actual para sobrevivir», encontrará razones para no avanzar. Si, en cambio, se redefine como «una emprendedora en proceso», su cerebro comenzará a construir estrategias alineadas con esa nueva identidad.

Además de la autopercepción, la resistencia al cambio tiene una base neurobiológica. Según Rock (2008), el cerebro humano prioriza la estabilidad y la seguridad en cinco dominios: estatus, certeza, autonomía, relación y equidad (modelo SCARF). Cuando imaginamos un futuro diferente, especialmente uno que implica riesgos, el cerebro puede percibirlo como una amenaza, activando mecanismos de defensa que nos llevan a postergar decisiones o mantenernos en la zona de confort.

¿Qué es el modelo Backcasting y cómo puede ayudarnos a diseñar el futuro?

El Backcasting es una metodología de planificación estratégica que consiste en imaginar un estado futuro ideal y luego trabajar hacia atrás para determinar los pasos necesarios para alcanzarlo. Fue introducido por John B. Robinson en 1982 como una alternativa a los enfoques tradicionales de proyección lineal del futuro.

A diferencia del forecasting (pronóstico), que predice el futuro basándose en tendencias actuales, el backcasting parte del futuro deseado y busca estrategias para materializarlo (Robinson, 1990).

Este modelo se ha aplicado ampliamente en sostenibilidad, planificación urbana y estrategia empresarial, pero también es una herramienta poderosa para el desarrollo personal y profesional. Permite clarificar metas, visualizar el éxito y trazar un camino realista para alcanzarlo.

Pasos para aplicar el modelo Backcasting al diseño de un futuro

Paso	Descripción	Ejemplo aplicado al desarrollo profesional
1. Visualiza tu futuro ideal	Imagina que has alcanzado tu objetivo en un tiempo determinado (5, 10 o 20 años). Pregúntate: ¿Cómo es mi vida en ese momento? ¿Qué he logrado? ¿Cómo me siento?	Visualizas que en 10 años eres un referente en tu campo, con una red de contactos sólida y trabajando en proyectos que te apasionan.
2. Define los hitos clave	Identifica los logros intermedios que fueron esenciales para llegar a ese futuro deseado. Estos hitos son puntos de referencia importantes en el camino.	Para llegar a ser referente, antes necesitas consolidar tu marca personal, generar contenido de calidad y participar en eventos relevantes.
3. Identifica las acciones previas necesarias	Analiza qué acciones concretas fueron necesarias para alcanzar cada hito. Estas acciones deben ser específicas y factibles.	Para generar contenido de calidad, necesitas estudiar tendencias actuales, publicar regularmente y obtener feedback de expertos.
4. Conéctalo con tu presente	Compara tu situación actual con la visión futura y define el primer paso inmediato que puedes dar hoy.	Si aún no tienes presencia en tu industria, el primer paso podría ser crear un plan de contenidos o contactar a un mentor.
5. Diseña un plan de acción flexible	Construye una hoja de ruta con fechas, recursos y estrategias concretas para cada paso. Asegúrate de que sea adaptable a cambios y aprendizajes en el camino.	Para minimizar la resistencia al cambio, puedes aplicar el modelo SCARF de Rock (2008), asegurando que cada paso te brinde sensación de autonomía y certeza, reduciendo la percepción de amenaza.

Diseñar el futuro con intención y acción

Soñar es importante, pero sin acción se convierte en una ilusión frustrante. Diseñar el futuro implica reformular nuestra identidad, desafiar nuestras creencias y aplicar estrategias que conviertan la visión en pasos concretos.

Entonces, la pregunta es: ¿cuál es el primer paso que darás hoy para que tu futuro deje de ser solo un sueño?

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Referencias:

• Barrett, L. F. (2018). La Vida Secreta del Cerebro (Ebook). Paidos Iberica.
• Davidson, R. J. (2012). La vida emocional de tu cerebro: cómo sus patrones únicos afectan la forma en que piensas, sientes y vives, y cómo puedes cambiarlos. Hudson Street Press.
• Robinson, J. B. (1990). Futuros bajo cristal: una receta para quienes odian predecir. Futures, 22(8), 820-842.
• Siegel, D. J. (2007). La mente en desarrollo: cómo las relaciones y el cerebro interactúan para dar forma a quiénes somos. Desclée de Brouwer.
• Rock, D. (2008). SCARF: Un modelo basado en el cerebro para colaborar e influir en los demás. NeuroLeadership Journal, 1(1), 1-9.