El trabajo es mucho más que una obligación cotidiana. Es un espacio donde desplegamos nuestras capacidades, enfrentamos desafíos, construimos vínculos y, muchas veces, nos encontramos (o desencontramos) con nosotros mismos. Aunque se suele hablar de “vida laboral” como si fuera una esfera aislada, en realidad se entrelaza con todas las dimensiones de nuestra existencia. Por eso, detenerse a observar cómo nos estamos relacionando con el trabajo puede ser una experiencia reveladora y transformadora.
En este post, te propongo reflexionar sobre algunos aspectos esenciales de nuestra relación con el trabajo: la identidad, la motivación, el equilibrio vida-trabajo y el sentido de propósito. Al final, podrás descargar una ficha de autoaprendizaje para continuar profundizando esta exploración.
El trabajo como parte de nuestra identidad
El trabajo moldea parte de lo que somos. No solo porque nos ocupa muchas horas al día, sino porque suele definir cómo nos presentamos frente al mundo. La psicología del trabajo ha estudiado este fenómeno durante décadas. Christophe Dejours (2009) propone que en el trabajo buscamos también reconocimiento subjetivo: ser vistos, valorados, escuchados. Esa necesidad de reconocimiento incide directamente en nuestra autoestima y bienestar.
En las últimas décadas, las transformaciones del mundo laboral han diversificado las trayectorias y redefinido el concepto de «carrera». Hoy, muchas personas buscan construir una identidad profesional coherente con sus valores y aspiraciones, más allá de las estructuras laborales tradicionales.
- ¿Qué aspectos de mí se expresan en el trabajo que realizo?
- ¿Cuánto de mi identidad está definida por lo que hago laboralmente?
Motivación y satisfacción: ¿Qué me mueve a trabajar?
Comprender qué nos motiva en el trabajo es clave para cultivar bienestar y evitar el desgaste. La teoría de la autodeterminación de Deci y Ryan (2000) distingue entre motivación extrínseca (recompensas externas como el sueldo o el estatus) e intrínseca (placer, interés, crecimiento personal). Cuanto más alineada está la tarea con nuestras motivaciones intrínsecas, mayor es la satisfacción y la implicancia emocional.
Más recientemente, investigadores como Dan Cable (2020) han profundizado en la idea de «ser uno mismo en el trabajo» y cómo eso favorece la motivación, la creatividad y el compromiso. Cable propone que cuando las personas pueden expresar su «yo auténtico» en el espacio laboral, florece una energía vital que mejora incluso el desempeño.
- ¿Qué es lo que verdaderamente disfruto de mi trabajo?
- ¿Qué aspectos de mi motivación han cambiado con el tiempo?
Equilibrio trabajo – vida personal: límites necesarios
La tecnología, el teletrabajo y las nuevas formas de organización laboral han desdibujado los límites entre el trabajo y la vida personal. Sin embargo, el equilibrio sigue siendo fundamental para cuidar la salud mental y sostener una vida significativa. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) ha subrayado que el agotamiento laboral (burnout) se ha convertido en un riesgo psicosocial relevante.
Establecer límites claros, respetar los tiempos de descanso y cultivar espacios personales no es un lujo, sino una necesidad. El equilibrio permite preservar energía para otras áreas vitales: la familia, los afectos, el ocio, el aprendizaje.
- ¿Cómo se distribuye hoy mi energía entre lo laboral y lo personal?
- ¿Qué necesito ajustar para cuidar mi equilibrio?
Sentido de propósito: trabajar con dirección y significado
Viktor Frankl (2004), médico psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, fue uno de los pensadores que más aportó al concepto de sentido. Para él, el ser humano está motivado por encontrar significado en su vida, incluso en circunstancias adversas. Llevar esa idea al trabajo implica preguntarse: ¿Mi trabajo contribuye a algo que valoro? ¿Siento que tiene sentido?
De forma más reciente, Amy Wrzesniewski (2010) ha investigado cómo las personas resignifican sus trabajos a través del «job crafting” (o construcción de puestos de trabajo). Esta práctica permite a las y los trabajadores rediseñar sus roles de forma proactiva, adaptándolos a sus fortalezas, intereses y valores. ¿Ventajas?, aumento del bienestar laboral, más satisfacción y más compromiso.
- ¿Cómo contribuye mi trabajo al mundo que deseo?
- ¿Qué sentido personal tiene lo que hago cada día?
Hacia una relación más consciente con el trabajo
La relación con el trabajo no es estática. Cambia con el tiempo, con nuestras prioridades, con nuestras experiencias. La buena noticia es que puede transformarse. Cultivar una relación más consciente implica hacernos preguntas, revisar nuestras elecciones, reconocer logros y también identificar malestares. Se trata de observar y ajustar, con honestidad y cuidado.
En ese camino, la reflexión y el autoconocimiento son clave. Por eso, al final de esta publicación, te comparto una ficha de autoaprendizaje especialmente diseñada para que puedas explorar tu relación con el trabajo de forma guiada y personal.
Una pausa para avanzar
Revisar nuestra relación con el trabajo es un gesto de salud emocional, de autocuidado y de responsabilidad. En un mundo que muchas veces corre más rápido de lo que quisiéramos, pausar para pensar cómo estamos trabajando y responder: “¿para qué lo hacemos?”, puede abrir nuevas posibilidades de elección, disfrute y sentido.
Te invito a descargar la ficha de autoaprendizaje y continuar este proceso a tu propio ritmo. Porque mereces una relación laboral que te haga bien.
Referencias
- Cable, D. (2020). Exceptional: Build your personal highlight reel and unlock your potential. Harvard Business Review Press.
- Deci, E. L., & Ryan, R. M. (2000). El «qué» y el «por qué» de la búsqueda de objetivos: las necesidades humanas y la autodeterminación del comportamiento. Psychological Inquiry, 11(4), 227–268.
- Dejours, C. (2009). El factor humano: Trabajo y organización. Buenos Aires: Paidós.
- Frankl, V. E. (2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
- Wrzesniewski, A., & Dutton, J. E. (2010). Crafting a job: Revisioning employees as active crafters of their work. Academy of Management Review, 26(2), 179–201.
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