En los procesos de cambio, ya sea a nivel personal o en entornos organizacionales, la resistencia es una respuesta natural y esperable. No se trata de una actitud caprichosa o irracional, sino de un fenómeno profundamente humano que ha sido ampliamente estudiado por diversos autores, quienes coinciden en que el cambio amenaza lo conocido, lo seguro y las estructuras que sostienen nuestra identidad o nuestras rutinas.

¿Por qué resistimos?

La resistencia al cambio tiene diversas causas, muchas de ellas estudiadas desde la psicología social y organizacional. Las personas no se resisten al cambio en sí, sino a las pérdidas o riesgos percibidos asociados a este. Kotter (2012) y Lewin (1947) coinciden en que el miedo a lo desconocido, la incertidumbre y la pérdida de control son desencadenantes frecuentes.

Antes de revisar las causas más comunes, es importante entender que estas no son aisladas ni uniformes; pueden convivir varias en una misma persona o equipo.

CausaDescripción
Miedo a lo desconocidoInseguridad ante escenarios inciertos y falta de información sobre el futuro.
Pérdida de controlSensación de imposición y falta de participación en el proceso de cambio.
IncertidumbreDificultad para anticipar los efectos de una transformación en la vida o entorno laboral.
Creencias limitantesConvicciones personales que impiden ver el cambio como una oportunidad.
Falta de confianza en el proceso o en los líderesDudas sobre la eficacia del cambio o la capacidad de quienes lo lideran.

La neurociencia del cambio: ¿qué dice el cerebro?

La resistencia al cambio no solo tiene raíces psicológicas y sociales, sino también neurobiológicas. Diversos estudios han demostrado que nuestro cerebro está programado para buscar la estabilidad y minimizar el consumo de energía, lo que explica en parte la resistencia a lo nuevo.

  • Ganglios basales y hábitos: Estas estructuras cerebrales están involucradas en la formación de hábitos y rutinas. Cuando se intenta modificar una conducta establecida, los ganglios basales pueden generar una respuesta de resistencia, ya que el cambio implica un esfuerzo adicional para el cerebro. ​
  • Amígdala y respuesta al miedo: La amígdala, parte del sistema límbico, se activa ante situaciones percibidas como amenazas, incluso si no representan un peligro real. Esta activación puede generar emociones como ansiedad o miedo frente a cambios, dificultando la adaptación.
  • Neuroplasticidad: A pesar de estas resistencias, el cerebro posee la capacidad de adaptarse y reorganizarse mediante la neuroplasticidad. Esta habilidad permite formar nuevas conexiones neuronales y aprender nuevas formas de pensar y actuar, facilitando la adaptación al cambio con el tiempo y la práctica.

Tipos de resistencia

Lewin (1947) plantean que la resistencia puede manifestarse de distintas formas, no siempre evidentes, y que su adecuada identificación permite intervenir de manera más efectiva. Aquí una clasificación con sus características:

Tipo de resistenciaDescripción breve
AbiertaResistencia explícita, verbalizada o actuada con oposición clara.
PasivaComportamientos que evitan, dilatan o bloquean sin confrontación.
EmocionalRespuesta afectiva que se opone al cambio.
CognitivaCreencias, ideas o juicios que rechazan el cambio.

La importancia de gestionar la resistencia al cambio

Resistir no es un error, es una expresión legítima de la persona o del equipo que busca protegerse ante lo incierto. Ignorar estas manifestaciones puede derivar en consecuencias serias: desmotivación, climas tensos, aumento de errores, abandono de talentos y fracaso de los procesos de cambio.

Como plantea Kotter (2012), la clave no está en evitar la resistencia, sino en gestionarla desde la escucha activa, la empatía y la participación. Acompañar procesos de cambio es también acompañar miedos, dudas y resignificaciones.

Gestionar la resistencia implica abrir espacios de conversación, validar emociones, entregar información clara y dar tiempo. No hacerlo debilita los vínculos, merma la confianza y bloquea aprendizajes organizacionales y personales.

En tiempos de cambios acelerados: observar

La resistencia al cambio es un fenómeno natural, multifactorial y profundamente humano. Reconocer sus causas y manifestaciones permite a quienes facilitamos procesos —ya sea desde la docencia, la gestión o el acompañamiento— actuar con mayor sensibilidad, respeto y efectividad.

En tiempos de cambios acelerados, donde muchas veces se prioriza la rapidez por sobre la comprensión, detenernos a mirar lo que se mueve adentro y afuera se vuelve indispensable. Las resistencias hablan de nosotros, de nuestras memorias, miedos y deseos. Ignorarlas es desconectarnos de lo humano que hay en cada proceso.

Gestionarlas no es imponer ni forzar, sino construir sentido, generar confianza y abrir nuevas posibilidades.


Bibliografía

  • Kotter, J. P. (2012). Liderando el cambio. Harvard Business Review Press.
  • Lewin, K. (1947). Frontiers in Group Dynamics. Human Relations, 1(1), 5-41.

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