Aprender, es experimentar un proceso que nos lleva desde un estado actual a uno nuevo, equipándonos de herramientas y conocimientos que aportan a una nueva versión de nosotros. El docente, profesor o maestro (toma el concepto que te da más sentido) es una persona que acompaña a otros en esta transformación, el aprendizaje es un proceso de cambio

¿Estamos preparados para aprender y enseñar en una sociedad líquida?

¿Se puede sostener una educación basada en competencias?, ¿cómo es formar en colaboración?. ¿Cuáles son los modelos que resultan efectivos para la nueva generación de estudiantes?, ¿cuál será el marco de la educación del futuro?. ¿Qué características debiera tener el docente de hoy?. Como facilitadores/as, ¿qué debemos superar para atender la nueva demanda?.

En la versión 2017 del congreso del futuro (realizado entre el 09 y 14 de enero en el ex-congreso nacional de Chile) Carol Dweck (fundador y presidente del Centro de Rediseño Curricular) habló sobre la educación del siglo XXI y porqué es importante repensar lo que hacemos actualmente. El prólogo de su libro “Educación en cuatro dimensiones” comienza con la siguiente frase:

“En el pasado la educación consistía en enseñarle algo a la gente. Ahora se trata de asegurar que los individuos desarrollen una brújula confiable y destrezas de navegación adecuadas para encontrar su propio camino a través de un mundo cada vez más incierto, volátil y ambiguo. Por estos días ya no sabemos exactamente cómo se desarrollarán las cosas”.

Posterior a la charla de Carol Dweck, expuso Claudio Naranjo (psiquiatra y escritor chileno), realizando una intervención que contrasta con los modelos tradicionales. A continuación un video que muestra su exposición:

Existen innumerables inquietudes que pueden extraerse a partir de los desafíos planteados por estos dos expertos. Resulta importante reflexionar sobre el “ser docente” desde su actuar y formación, sus alcances y propósitos… La invitación de las siguientes líneas es solamente una propuesta complementaria e integral para acompañar procesos de cambios en contextos educativos.

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El nuevo docente

Todo ser humano que se proponga desarrollar un nuevo aprendizaje debe considerar que de una u otra forma estará modificando el ser que es, incidiendo en su identidad pública (interpretación de otros) y privada (interpretación de uno mismo), aumentando sus competencias técnicas y también transversales, etc. (transformando su estado actual en uno distinto). El aprendizaje nos hace pensar, sentir y actuar desde otro lugar el mundo.

Aprender, es experimentar un proceso que nos lleva desde un estado actual a uno nuevo, equipándonos de herramientas y conocimientos que aportan a una nueva versión de nosotros. El docente, profesor o maestro (toma el concepto que te da más sentido) es una persona que acompaña a otros en esta transformación, el aprendizaje es un proceso de cambio.

La promesa de las instituciones de educación superior es formar a personas competentes en un área particular mediante un complejo proceso de enseñanza y aprendizaje basado en la lógica académica. Este proceso conlleva un profundo cambio personal y colectivo, donde interactúan personas que se impactan permanentemente: unos enseñan y otros aprenden, otros aprenden ensañando, otros apoyan el proceso desde la gestión, otros desde sus hogares…, alterando así los sistemas donde habitan.

La siguiente propuesta busca ampliar la reflexión sobre «el ser docente»; a continuación se plantean 5 características fundamentales para un facilitador del cambio.

  • Hábil en procesos de cambio
  • Competente en escuchar
  • Inteligente emocionalmente
  • Respetar al otro
  • Integrar otros dominios en el proceso

1.- Hábil en procesos de cambio

El docente debe ser hábil en facilitar «procesos de cambio». Y un desafío de ello es fortalecerse permanentemente y flexibilizar sus formas de llevar a cabo esta función para acompañar a otros que emprenden nuevos caminos profesionales, cambiantes e innovadores, generación tras generación.

Docente = facilitador del cambio

Debe, sin duda, ser un experto en su formación técnica especializada, y no descansar en ello. Y comprender sinceramente el impacto genuino que posee su rol en el aula, en los pasillos, en la evaluación, en todos los momentos y espacios que ocupan su quehacer. Desarrollar recursos para facilitar el cambio en otros.

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2.- Aprender a escuchar

El docente debe ser hábil en escuchar. La escucha es una herramienta que permite develar aquello que el otro a aprendido (o no ha aprendido). Escuchando es posible conocer necesidades de aprendizaje, dinámicas de comportamiento apegadas al perfil de egreso, competencias pendientes, etc.  Es un recurso indispensable para conocer aquello que, como docente, debo preparar para la próxima clase o dejar de hacer.

Escuchar es un acto intencionado, no es pasivo. Es la capacidad de oír y también de generar una interpretación sobre aquello que se oye. Es también atender a algo concentrando los sentidos en este estímulo. Es estar presente y consiente del el otro y para el otro, con autenticidad.

Cada vez que se ingresa a una clase desde una posición ya tomada sin estar abierto a cambiar o sorprenderse (como si supiera con anticipación las dudas que aparecerán en esta sesión) se está comprometiendo la escucha docente. ¿La ha pasado que un estudiante formula una pregunta que en otros periodos antes había hecho?, ¿se prepara a responder lo mismo del año pasado?.

La escucha no solamente depende del o la oyente, siendo determinantes sus competencias para escuchar al otro. Es también un resultado de las acciones del orador. De la manera como éste habla, desde un enfoque único (dictando una instrucción) o un enfoque múltiple (abriendo la conversación hacia diferentes posturas igualmente válidas).

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3.- Inteligente emocionalmente

¿En qué emoción estoy cuando hago una clase?

El docente debe ser hábil en el dominio emocional, conocer sus emociones y comprender las del resto para que ocurra el aprendizaje. Las emociones son la matriz sobre la que se mueve la vida social, son tipos básicos de conductas relacionales sobre las que se da la comunicación necesaria para crear los diversos mundos culturales. Humberto Maturana (biólogo chileno, premio nacional de ciencias) comenta que «las emociones son predisposiciones para la acción»… Y aprender es un verbo.

Dada la emoción en la que cada persona se encuentra es posible tener a la mano ciertos recursos para encausar el aprendizaje de forma efectiva considerando el contexto relacional desde donde surge. Una emoción representa el sentir del individuo que ha sido impactado por algo o alguien, aparece como reacción seguida al estímulo que la inició. Esta emoción puede progresar o mantenerse como tal, expresando una serie de interpretaciones que dan paso a posibles reacciones, también emocionales, en los demás: aceptación, compasión, rechazo, empatía, etc. Habilitarse competente en el dominio de las emociones permite observar cómo se reacciona ante una situación de aprendizaje y/o enseñanza.

¿Da igual para un grupo de estudiantes enfrentar una evaluación facilitada por un docente que no ignora el estrés que esta situación genera?.

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4.- Respetar al otro

«diferente, legítimo y autónomo»

Todo profesor(a) debe comprender que las diferencias enriquecen las relaciones, fortalecen la construcción de aprendizajes y muestran diversas alternativas en las funciones básicas de todo proceso de aprendizaje. Todos somos seres diferentes por muchas razones: porque hemos experimentado vidas diferentes, en tiempos y espacios diferentes, porque provenimos de familias que han construido relaciones diferentes, porque vestimos de formas diferentes, o porque reaccionamos frente al mismo estímulo de maneras diferentes… Comprender conscientemente el valor de la diferencia nos hace respetar al otro.

Los estudiantes son personas responsables de tomar sus propias decisiones, con plena autonomía de hacer y/o no hacer algo en su rol, y con ello comprender las consecuencias que aquello implica. En la medida que el profesor potencie esta autonomía sus estudiantes irán fortaleciendo su rol activo de aprender, alejándose del «ser sin luz» (alumno = ser sin luz).

Observar a sus estudiantes como seres legítimos en sus diversas formas de pensar, sentir, hablar y actuar. El ser profesor no implica «uniformar» maneras de ser en la vida. Respetar es legitimar la forma de pensar, sentir, decidir y reaccionar de la otra persona; es comprender que la otra persona es capaz de tomar las riendas de su vida como quiera hacerlo.

5.- Integrar otros dominios en el proceso

observar las luces y sombras, y aprender de ellas

El docente debe desarrollar aprendizajes valiosos, con sentido útil par el estudiante, que trasciendan a la memoria abstracta, y que impacten poderosamente el proceso de aprender, dejando huella mas allá de las aulas y pasillos. ¿Recuerda a un profesor importante en su formación?, ¿qué hizo la diferencia con otros/as?.

Todo proceso de cambio y desarrollo profesional involucra cambios personales también. Ignorar esto es como pensar que las emociones se pueden dejar en casa simplemente cambiando de chaqueta, o pisando la acera de la calle camino al trabajo.

Las etapas formativas son procesos integrales donde convergen las diversos potenciales de cada persona al servicio de su quehacer. Al involucrar diversas inteligencias, capacidades, fortalezas y destrezas en el aprendizaje nos alejamos del paradigma segregado de la especia humana (persona = ser pensante) y nos adentramos a comprender la magnitud de recursos disponibles para generar aprendizajes significativos (persona = ser pensante, ser corporal, ser vincular, ser emocional).

Pretender educar especialistas segregados y automatizados, preparados para competir y alcanzar el éxito, solamente con su experticia cognitiva, puede ser una manera efectiva de formar sociedades infelices.

En la medida que las personas aprenden de sus errores se humaniza el proceso de adquirir nuevos aprendizajes. Incorporar los temores, errores, fracasos y dolores, junto a los recursos, éxitos, reconocimientos y alegrías es una forma de integrar y reconocer que en todo proceso hay luces y sombras. Los seres humanos son la misma persona que transita por diferentes contextos, llevando a todos lados todas sus experiencias, las lleva a cuesta permanentemente: al ingresar a la sala de clases sigue siendo hijo, hermano, padre, amigo, etc…


Estas 5 características tienen la ambición de despertar la curiosidad del docente inquieto en su tarea de formar profesionales; no son ideas nuevas, más bien varias de ellas tiene autoría en pensadores antiguos, y están construidas desde una mirada transversal e integrativa al servicio de la enseñanza y el aprendizaje como agentes de cambio.

El desafío de «hacer con otros» no es ligero; además de las competencias técnicas es importante fortalecernos en las competencias genéricas para ampliar nuestro rango de acción en los diversos contextos que transitamos. Cultivemos el hábito de entregarnos en el arte de facilitar el cambio en otros.

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