En cada conversación, conflicto o decisión importante, estamos mirando el mundo desde una forma particular de observar. Muchas veces creemos que nuestra visión es la realidad misma, cuando en verdad es solo una interpretación. Como señala Rafael Echeverría: “No sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos como las observamos o como las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”. Reconocer esto no es un ejercicio filosófico abstracto, sino una herramienta práctica para mejorar nuestras relaciones, equipos y proyectos.
¿Qué significa ser un observador?
Ser un observador es reconocer que lo que vemos, sentimos y pensamos depende de nuestra historia, nuestras emociones, nuestro cuerpo y nuestro lenguaje. No hay dos personas que miren el mundo de la misma forma. Por eso, ante una misma situación (una reunión de trabajo, una conversación de pareja, un cambio inesperado), podemos tener lecturas muy distintas.
- Ejemplo: Una persona en rol de liderazgo ver un error como una oportunidad de aprendizaje, mientras que otro lo observa como una amenaza a su autoridad. La diferencia no está en el hecho, sino en el observador que interpreta.
De la teoría a la práctica:
| Ámbito | ¿Cómo influye en nuestra vida? |
| Personal | Reconocer que nuestra mirada es solo una interpretación y no la verdad absoluta nos ayuda a relativizar juicios, ser más humildes y abrirnos a nuevas perspectivas. Esto amplía la autoconciencia, flexibiliza creencias y enriquece nuestra forma de relacionarnos con el mundo y con nosotros mismos. |
| Trabajo en equipo | Comprender que cada persona es un observador distinto abre la puerta a conversaciones más constructivas: legitimar opiniones diversas no significa renunciar a nuestras convicciones, sino integrar miradas distintas para lograr soluciones más creativas. Al hacerlo, los conflictos innecesarios disminuyen y la colaboración genuina se fortalece. |
| Liderazgo | Un líder que entiende la noción del observador no se queda atrapado en su propia visión: sabe ampliar su mirada, escuchar activamente y considerar las percepciones de los demás antes de decidir. Esto genera decisiones más integradoras y sostenibles, además de un liderazgo que inspira confianza, fomenta innovación y legitima a cada miembro de la organización. |
Claves para ampliar nuestro observador
- Escuchar activamente: no solo oír palabras, sino tratar de comprender el mundo del otro. Daniel Siegel recuerda que nuestra mente es relacional: necesitamos la mirada del otro para expandir la propia.
- Explorar nuestras emociones: Lisa Feldman Barrett muestra que las emociones no son automáticas, sino construidas. Identificar cómo sentimos nos permite elegir cómo responder.
- Cuidar la corporalidad: nuestra postura, respiración y movimientos influyen en lo que percibimos y en lo que transmitimos. Caminar erguido no es lo mismo que encogerse frente al mundo.
- Ampliar el lenguaje: cada palabra nueva es una nueva distinción para observar la vida. Nombrar nos da poder para actuar.
Ejercicios prácticos
Reconocer que cada persona observa desde su propia historia y estructura es un primer paso. El siguiente paso es practicar conscientemente nuevas formas de mirar. Estos ejercicios sencillos pueden ayudarte a ampliar tu observador en lo cotidiano:
| Ejercicio | Descripción |
| Cambio de perspectiva | Cuando enfrentes un problema, pregúntate: ¿cómo observaría esto otra persona que respeto? Esta práctica abre posibilidades y te permite salir del encierro de tu propia mirada. |
| Bitácora de observador | Al final del día, anota una situación relevante y reflexiona: ¿qué emociones y creencias influyeron en mi manera de ver? Así entrenas la autoconciencia y detectas patrones. |
| Escucha diversa | Busca conversar con alguien que piense distinto a ti y practica sostener la diferencia sin invalidarla. Este ejercicio fortalece la empatía y la capacidad de convivir con la diversidad. |
La ética del observador
Byung-Chul Han nos advierte que hoy vivimos bajo la presión de la transparencia y el rendimiento, lo que estrecha nuestra forma de mirar. Frente a esto, Echeverría propone un camino distinto: una ética del respeto. Reconocer que el otro también tiene derecho a su mirada no significa estar de acuerdo, sino aceptar su legitimidad. Allí comienza la posibilidad de una convivencia más sana y colaborativa. En un mundo marcado por la polarización y la velocidad, la ética del observador nos recuerda que reconocer la legitimidad del otro es un acto de respeto y de construcción social.
Observadores en construcción…
El observador que somos no está fijo: puede ampliarse, enriquecerse y transformarse. Cada vez que cultivamos la escucha, cuidamos nuestro cuerpo, gestionamos nuestras emociones y ampliamos nuestro lenguaje, estamos entrenando un observador más consciente y capaz de abrir nuevas posibilidades.
La invitación es simple, pero transformadora: detenernos y preguntarnos con honestidad…
- ¿Desde qué observador estoy mirando esta situación y qué limitaciones tiene mi mirada?
- ¿Qué nuevas posibilidades aparecerían si cambiara mi manera de observar?
- ¿Qué necesito ver distinto para crecer como persona, profesional o líder?
- ¿Qué conversaciones estoy evitando porque sigo atrapado en un único punto de vista?
En esas preguntas se abre no solo la posibilidad de crecer individualmente, sino también de construir vínculos más humanos, respetuosos y significativos.
Referencias
- Barrett, L. F. (2017). La vida secreta del cerebro, Cómo se construyen las emociones. Paidos.
- Echeverría, R. (2007). El observador. Santiago de Chile.
- Han, B.-C. (2012). La sociedad de la transparencia. Barcelona: Herder.
- Maturana, H., & Varela, F. (1984). El árbol del conocimiento: Las bases biológicas del entendimiento humano. Editorial Universitaria.
- Siegel, D. J. (2012). La mente en desarrollo: cómo las relaciones y el cerebro interactúan para dar forma a quiénes somos. Desclée De Brouwer.
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