La comunicación hoy es considerada un fenómeno transversal que atraviesa diferentes disciplinas, teorías, idiomas, edades, etc. En la era del conocimiento que estamos viviendo, en los tiempos que Zygmunt Bauman define como «modernidad líquida», y que Byung-Chul Ha nombra como «panóptico digital», Te invito a reflexionar sobre el lenguaje y la comunicación humana.
Lenguaje y comunicación
El nacimiento del lenguaje ha sido fuente de controversia a lo largo de la historia. En el año 2004, un grupo de investigadores pertenecientes al Centro de Investigación sobre Evolución y Comportamiento Humano (UCM-ISCIII) y del Instituto de Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) publicaron una estudio sobre las capacidades auditivas de nuestros antepasados africanos. Esta investigación señaló que el origen del lenguaje humano ocurre en algún momento entre 2 millones y 400 mil años atrás.
La palabra comunicación tiene su origen en el latín. Proviene del verbo comunicare y este de comunis, comune, cuyo significado es: «Común, que pertenece a varios o a todos». La idea original de este verbo es convertir algo en común para todos, compartir información, es una acción que nos involucra con otros. ¿Lo hacemos?.
John Langshaw Austin, filósofo británico (1911-1960), una de las figuras más relevantes de la filosofía del lenguaje señaló que «las palabras generan realidad«, hacen que las cosas ocurran. Las palabras no solamente describen el mundo, con ellas también es posible «accionar» y cambiar el curso de las cosas. Por ejemplo, después de decir la frase «te amo» la relación entre ambas personas puede ser afianzada y más intensa en el futuro… o puede convertirse en el comienzo de un abrupto final.
El lenguaje es acción, cuando hablamos ejecutamos un número restringido y específico de actos lingüísticos, que el autor John R. Searle categorizó en: afirmaciones, solicitudes, promesas, juicios y declaraciones.
Estamos permanente comunicándonos, entregando y recibiendo diversas señales, mensajes, palabras, que traducimos e interpretamos. A cada palabra que escuchamos, o decimos, le asignamos un significado particular que obedece a nuestra manera de entender las cosas en ese momento, es decir: teñimos la palabra con el observador que somos hoy.
Nos revelamos en el lenguaje
El lenguaje no es ingenuo. Permanentemente nos mostramos con las palabras, ejerciendo influencia en nosotros y en el resto, impactando en nuestra identidad privada y pública. Nos revelamos de forma consciente o inconscientemente a cada instante.
Lo hacemos con el tono de la voz, el ritmo, las manos y nuestra forma de vestir, cuando fijamos la mirada a los ojos de otra persona y también cuando la esquivamos; con un apretón de manos o un abrazo sentido al saludar, o cuando guardamos silencio en una conversación. Es imposible no comunicar. Paul Watzlawick, filósofo y psicólogo austríaco nacionalizado estadounidense (1921-2007), fue uno de los principales autores de la Teoría de la Comunicación Humana, en ella señaló que la comunicación es un sistema abierto en el que se produce el intercambio de mensajes. Watzlawick propuso 5 axiomas en su teoría:
- Es imposible no comunicarse
- Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal manera que el último clasifica al primero, y es por tanto, una metacomunicación
- La naturaleza de una relación depende de la gradación que los participantes hagan de las secuencias comunicacionales entre ellos
- La comunicación humana implica dos modalidades: la digital (verbal) y la analógica (no verbal)
- Los intercambios comunicacionales pueden ser tanto simétricos como complementarios
El lenguaje es nuestro hogar
Los seres humanos habitamos en el lenguaje, nuestra experiencia con el resto del mundo ocurre en él. «El lenguaje es una prisión de la cual no podemos escapar» decía el filósofo alemán Frederick Nietzsche (1844-1900).
El autor Rafael Echeverría (fundador de Newfield Consulting) en su libro post-metafísico «La Ontología del Lenguaje» dice que no existimos sin el lenguaje, pensamos en palabras; y cita en su libro a los grandes pensadores de la historia para explicarnos la profunda conexión que tenemos las personas con el lenguaje: «Vivimos en mundos interpretativos» donde cada uno entiende las cosas según el particular observador que somos.
La trampa que menciona Nietzche
El filósofo alemán F. Nietzsche planteó que estamos remitidos a las reglas sociales donde el lenguaje es una de ellas. Nietzsche plantea que no podemos entender los caminos de la consciencia sin reconocer las trampas y el poder de seducción del lenguaje, y especialmente de esa «vieja hembra engañadora» que es la gramática. Este autor plantea que las palabras no existen ya que fue alguien más quien las creó, y de ello nace una trampa que el mundo (o su lengua) ha adoptado como verdad. Para el filósofo las palabras no tendrán valor más allá del que le otorguen las personas.
La comunicación líquida
En la actualidad, la imagen, la inmediatez, el no compromiso social, las relaciones fugaces y el amor y eros virtual, se nutren de las facilidades que brinda hoy la tecnología. Si la responsabilidad que conlleva la vida social nos abruma, un clic es la solución.
Para el sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío Zygmunt Bauman (1925-2017), en la actualidad las redes sociales son una trampa ya que las personas creemos que estamos en permanente contacto con cientos y miles de personas al rededor del mundo (amigos, seguidores…); y solo nos damos cuenta de nuestra soledad cuando apagamos el teléfono móvil. «Las relaciones virtuales están provistas de las teclas suprimir y spam«, dice bauman.
Bauman acuño el concepto de «modernidad líquida»: «En un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, destinados a comunicar y de ese modo, a vivir el uno con y para el otro«.
Hoy los medios de oficiales de noticias no son la única fuente de información. Las comunicación proviene de diferentes lugares, y personas, y se propaga sin control, a toda velocidad, exponencialmente. Todos somos receptores y emisores de los millones de mensajes que explican lo que ocurre a nuestro alrededor. La comunicación se volvió líquida cuando las personas conectamos nuestras vida a al internet.
Somos seres integrales
El lenguaje y la comprensión que tenemos de él pertenecen al dominio de «la razón», donde procesos cognitivos dan sentido y significado a las palabras. Las palabras a su vez impactan en nuestra forma de relacionarnos, nos provocan emociones y sentires propios de los mamíferos, llevándonos a ampliar el fenómeno de la comunicación entre personas al dominio de «la emoción» y a su vez al dominio del «cuerpo»: lugar donde habitan nuestros pensamientos y emociones.
El cuerpo, la emoción y el lenguaje, nos muestran que la comunicación debe ser entendida como algo integral, no se reduce solo a palabras habladas o escritas, si no que comprende todas las dimensiones de la persona. Convivimos en el mundo con otros seres vivos (animales, vegetación, bacterias…), y en conjunto formamos una gran red neuronal en la que se sostiene toda la vida como la conocemos. Las personas nos vinculamos unos a otros en espacios conversacionales, emocionales y energéticos también.
La comunicación no puede ser entendida como un modelo exacto. Las personas convivimos entre diversos paradigmas que integran creencias, interpretaciones, emociones, tiempos, cambios… Hay formas de comunicar que no pasan por la razón, el lenguaje a veces es pequeño, y resultamos ignorante para transmitir aquello que no sabe de palabras.
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