Los seres humanos tenemos la capacidad de actuar, hablar, pensar, sentir y opinar respecto de algo (o alguien) basándonos en una experiencia previa o en la imagen que nos hacemos del futuro. Pero ¿qué ocurre cuando estas opiniones nos impiden avanzar?.
#Juicios
El objetivo de este post es una invitación a observar nuestra manera de vincularnos desde «los juicios». Tal vez explicarnos algo de nosotros con la lectura, y en ello reflexionar sobre la relación que tenemos con nosotros y las personas. «Los juicios» es un tema ampliamente abordado desde varias disciplinas, a continuación se despliega un breve extracto de algunas de estas miradas.
Los juicios
Lo primero es hacer la siguiente distinción, en el dominio del lenguaje los seres humanos nos relacionamos con el mundo en función de lo que pensamos y decimos verbalmente. En esta relación entre personas interpretamos de diferentes maneras las cosas, no todos vemos el mundo con los mismos colores. Estas relaciones que construimos se expresan en palabras desde el dominio del lenguaje (en nuestro cerebro neocortex).
Los juicios habitan en este dominio, permitiendo colorear nuestro mundo. Los juicios son opiniones, interpretaciones que tenemos sobre algo o alguien. Los juicios son construcciones personales, son actos lingüísticos que en ocaciones tienen el poder de cambiar el curso de las cosas. Y a veces, los juicios son confundidos con las «afirmaciones», y cuando esto sucede ocurren dificultades en las relaciones.
¿Qué son los actos lingüísticos?
Corresponden a los actos del habla (palabras, dominio del lenguaje); entendiendo que el lenguaje es acción y no solamente un gesto sonoro ingenuo libre de consecuencias. «Cuando hablamos ejecutamos un número restringido y específico de acciones lingüísticas» (John R. Searle)».
Estos actos lingüísticos son: las afirmaciones, los juicios, las declaraciones, las solicitudes y las promesas. A continuación se muestran las diferencias entre afirmaciones y juicios.
Afirmaciones
- Con las afirmaciones describo el mundo.
- Son aquellas palabras que corresponden a una realidad compartida por todos.
- Son hechos o eventos.
- Pueden ser verdaderas o falsas.
- Remiten a las evidencias.
Juicios
- Con los juicios interpreto el mundo.
- Son opiniones personales; el otro puede estar de acuerdo o no con ellos.
- Son cuestionables, discrepables, nunca verdaderos o falsos.
- Pueden estar fundados o infundados.
- Remiten siempre a quién los emite.
Afirmaciones | Juicios |
Acto descriptivo | Acto interpretativo |
La palabra sigue al mundo | El mundo sigue a la palabra |
Hechos, eventos: evidencias del mundo | Opiniones discrepables: formas de ver el mundo |
Verdaderas o falsas | Válido o inválido / Fundado o infundado |
Ejemplo: “hoy es martes” | Ejemplo: “hoy es fácil aprender” |
Para ser hábiles en el lenguaje es necesario ser competentes en él. Pero ojo, que en este post solamente nos refirimos al dominio del lenguaje, y para ser un comunicador efectivo será necesario observar otros más. Para ampliar este tema te invito a revisar: Lenguaje y Comunicación.
Dentro de los actos del habla se encuentran las «declaraciones». A continuación algunas de sus características:
Declaraciones
- Con las declaraciones cambio el mundo.
- Son palabras que generan nuevas realidades; después de ella la realidad cambia.
- Constituyen nuevas posibilidades.
- Pueden ser válidas o inválidas.
- Al declarar se compromete el actuar.
Si observamos los juicios que escuchamos de otros hacia nosotros, y ponemos atención en ellos, revelaremos ante nosotros el «ser» que es el otro (el que emite el juicio). Una forma de conocer a alguien, o así mismo (autoconocimiento), es indagar y observar sus juicios, estos siempre viven en quien los formula.
Temporalidad y Juicio
Cada vez que emitimos un juicio o una opinión, de lo que sea, lo hacemos en base a una experiencia previa, nos basamos en un aprendizaje o vivencia anterior. De forma consciente o no, buscamos información en experiencias pasadas para calificar, opinar o evaluar algo en el presente. Cuando emitimos un juicio lo hacemos en base a nuestro estándar social de comparación previamente experimentado.
Cada vez que emitimos un juicio o una opinión, de lo que sea, lo hacemos en base a una experiencia previa, nos basamos en un aprendizaje o vivencia anterior. De forma consciente o no, buscamos información en experiencias pasadas para calificar, opinar o evaluar algo en el presente. Cuando emitimos un juicio lo hacemos en base a nuestro estándar social de comparación previamente experimentado.
En esta recogida de información hacia el pasado en busca de antecedentes, todo cuenta: una situación experimentada 1ª persona, 2ª persona, 3ª persona…, en una película o un libro, en los recuerdos de otro, etc. En todas las experiencias extraemos antecedentes valiosos que servirán para articular y alimentar nuestro repertorio de juicios y opiniones.

Nuestras opiniones sirven como antecedentes para formular interpretaciones posteriormente. Los juicios son una brújula para orientar el futuro. Los juicios pueden ser mentales (conversación privada) o verbales (conversación pública), sin embargo, donde esté ocurriendo esta conversación, los juicios colaboran a que nuestro mundo tenga una mirada particular, un color especial.
Nuestro juicio del pasado puede impactar nuestro futuro: reafirmando nuestra observación o modificándola. Los juicios, al igual que todos los actos del habla, habitan en el dominio del lenguaje; en este dominio construimos nuevas realidades en función de aquello que rige nuestra interpretación de las cosas: el observador que somos hoy.
El observador que soy
Nos apropiamos del juicio de otras personas en la medida que le otorgamos sentido a sus palabras y formas de pensar. Si alguna idea u opinión nos hace sentido la adoptamos como nuestra en función de nuestra experiencia. Por ejemplo, si la opinión que tiene una persona sobre las relaciones de pareja no es válida para mí, por que se basa en un paradigma patriarcal, y esto no es válido de acuerdo a mi forma de entender las relaciones hoy, entonces su opinión, en estos temas, no tiene valor para mí, no me apropio de su juicio.
Los juicios de otros serán nuestros cuando le otorguemos valor y tengan la suficiente autoridad para emitirlos. Por ejemplo, mi jefatura representa un rol de autoridad en el trabajo, por lo que es muy probable que su opinión sobre mi desempeño tendrá valor para mí; es muy probable que lo que opine sobre mi trabajo lo asuma como algo válido.

Nos relacionamos en función de los juicios que tenemos del otro y también los que el resto tiene de nosotros. Somos observadores diferentes, y en estas diferencias construimos juicios del otro desde el lugar donde estamos observando el mundo (nuestras historia, experiencias, emociones…). Este lugar puede ser parecido al de otros cuando coincidimos, sin embargo sigue siendo el único sitio donde construimos la realidad de las cosas que interpretamos: nuestra propia realidad, nuestra verdad.
El mal del juicio eterno…
Cuando se formula un juicio sobre alguien existe un supuesto de que esa persona repetirá sus acciones de una forma muy parecida a como las hizo en el pasado. Aquí aplica el argumento basado en la experiencia, donde a menudo es una “presunción justa”, sin embargo otras veces no lo es tanto, también existe la posibilidad de que las cosas cambien, las personas suelen cambiar con el tiempo, por que la vida los hace cambiar, por que maduran, por que el mundo cambia.
Entonces, sentenciar un juicio a la eternidad puede limitarnos poderosamente. Los juicios inamovibles pueden llegar a ser una condena al estancamiento, todo lo opuesto al curso natural de las cosas: el flujo del cambio.
La imagen que encabeza este artículo corresponde al «Juicio de Osiris» donde se explica gráficamente el ritual del «pesado del corazón». Osiris era el dios egipcio de la resurrección quien presidía la sentencia final para cada difunto. Con el corazón del fallecido sobre una balanza, como símbolo de consciencia y moralidad, Osiris dictaba su juicio. Si su sentencia final era positiva el difunto viviría eternamente en el paraíso (irá a los campos de «Aarau») donde solamente accedían quienes habían tenido una conducta intachable. Pero si el juicio era negativo el corazón del difunto sería acabado por la «devoradora de los muertos» («Ammyt», un ser con cabeza de cocodrilo, piernas de hipopótamo y melena, torso y brazos de león), sentenciando al fallecido a una segunda muerte: dejar de existir para Egipto.
¿A qué juicios mortales nos hemos sentenciado?…

«Derecho a cambiar de opinión»
El pasado no lo podemos cambiar, difícilmente podemos modificar las guerras, los terremotos, los eventos del pasado de los cuales tenemos evidencias; sin embargo es posible cambiar la interpretación que hacemos de ellos, dándoles un sentido distinto al momento actual que vivimos y en consecuencia a nuestra madurez emocional, intelectual y social. Los seres humanos tenemos la capacidad de mirar el pasado con diferentes ojos otorgándoles un sentido nuevo (o más cercano a lo que deseamos).
Respecto a lo anterior, Humberto Maturana junto a un grupo de estudiantes en una clase que dictaba en una universidad chilena, plantearon 3 nuevos derechos «1.- derecho a equivocarse, 2.- derecho a cambiar de opinión y 3.- derecho a irse de un lugar sin que nadie se sienta ofendido». Su propuesta nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre el hecho de que cambiamos permanentemente, nada se detiene; nuestro cuerpo cambia a lo largo de la vida, nuestra forma de pensar cambia a medida que maduramos, etc.
Como sociedad, persistentemente deseamos detener el avance del tiempo, sin embargo él avanza sin alterarse frente a nuestros porfiados esfuerzos. Toda certeza ciega es peligrosa ante nosotros, resistir este cambio puede resultar en enfermedad y/o sufrimiento.
Para cambiar un juicio hay que hacer cosas
Si queremos cambiar un juicio de nosotros debemos hacer nuevas acciones que sustenten este nuevo juicio. Se ha dicho en este post que los juicios remiten siempre a la persona que los emite; si deseamos que el resto tenga una opinión «X» de nosotros, debemos realizar acciones que tengan coherencia con ese juicio deseado («acción mata juicio»).

Por ejemplo, si se tiene el juicio de que una persona es “irresponsable”, ya que a las últimas tres reuniones llegó tarde (afirmaciones que lo avalan), bastará con que aquella persona comience a llegar a la hora en las futuras reuniones para que la percepción del resto cambie, y comiencen a formular juicios diferentes de ella. Lo mismo ocurre cuando se formulan juicios de uno mismo.
Dado que un juicio proviene desde alguna experiencia anterior, es necesario ir sembrando nuevas experiencias para que ese juicio cambie. Si deseas explorar y transformar algunos juicios te invito a realizar una actividad llamada Diseño Estratégico de Identidad.
¿Cómo se fundan los juicios?
Para fundar un juicio es necesario reunir estas 5 condiciones:
- Siempre se emiten juicios por algo o para algo (razones). Siempre se observa el futuro en el cual el juicio abrirá o cerrará posibilidades. ¿Por qué tengo este juicio?, ¿para qué me sirve?, ¿me abre o cierra puertas?.
- ¿Cuál es el estándar de comparación que estoy usando para emitir este juicio? (soy alto por que mido 1,70 cm… ¿Mi estándar es el chileno?).
- Cuando se emite un juicio, generalmente es en un contexto particular. ¿En qué contexto es válido este juicio? (trabajo, familia…).
- ¿Cuántas afirmaciones se tienen para fundar este juicio?.
- Por último preguntarse: ¿Puedo fundar el juicio contrario?.
Es necesario indicar que los juicios pueden llevarnos a diferentes confusiones, y también al sufrimiento; esto ocurre cuando:
- No discriminamos la autoridad de quien emite el juicio.
- Vivimos de los juicios de los demás y no de los propios.
- Los confundimos con afirmaciones.
- Los emitimos sin fundarlos.
- No los remitimos al observador que los emite.
- Los emitimos sobre la persona en vez de sus acciones.
- Los vivimos defensivamente.
- No los compartimos.
- No reconocemos su naturaleza discrepante.
Si deseas profundizar en estos temas te invito a indagar en la abundante literatura existente. Lo que resulta interesante, para mí, no es el contenido en sí, es el aprendizaje que experimentamos de él cuando lo observamos en nosotros mismos. Buda dijo: «Una mente más allá de los juicios observa y comprende«… por estos días, ¿cuáles son nuestros juicios que nos impiden avanzar?.
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